Discipulo

Martín Valverde

Sí, yo estuve ahí aquel momento,
en que salvaba al mundo en aquella cruz.
Oh sí, yo estuve ahí en aquel momento
en que aún a sus enemigos perdonó.
Sí, yo estuve ahí, yo soy testigo,
soy testigo de lo grande de su amor.
Cuando sólo se quedó,
como un cordero se entregó.
Yo no me aparté de El ni un segundo,
yo quería verlo y que El me viera a ahí.
Y fue entonces cuando en  mí  fijó sus ojos
y con lágrimas, llorando, me dijo:
Hijo,  te  la doy por Madre,
ámala, y cuídala por Mí.
Uh,  uh,  uh...
Y sus ojos me miraban suplicantes,
al entregarme aquello más bello para él.
¡Cuídala por Mí,  discípulo!
Amala, pues tu madre es.
Sí, yo soy aquel discípulo,
y ella, ella mi madre.
La recibí,    feliz  viví.
Recíbela,     tu madre es, discípulo.
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