Había un pastor que tenía, un rebano de 100 ovejitas
Las cuidaba de noche y de día, las amaba igual a toditas
Pero un día, cuando regresaban, al redil cuya alegre llegaba
Más atrás de un escombro quedaba, una oveja que llora perdida
Ovejita, ovejita, ovejita
El pastor angustiado llamaba, y la encuentra temblando de frío
En sus hombros la lleva al redil
Alegre de haberla encontrado, se confunde su gozo con llanto
Más sanado sus heridas, de la muerte le salvó
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